La plaga

-No me mates- fue lo primero que le dijo cuando lo vio llegar.

Movió sus alas y las juntó como un feligrés ensayando una plegaria. Desde abajo trató de mirarlo directamente como si torciendo los ojos lastimeros le diera más fuerza a su petición.

Eso nunca funciona, pedir piedad es ir demasiado lejos cuando estás arrastrándote como un insecto.

El dijo la típica frase que odiamos de las películas gringas:

–Lo siento, es mi trabajo—

Le espetó mientras se acomodaba la gorra blanquirroja como de béisbol.

Esta parte era la que le gustaba del trabajo, como que iba con su personalidad. Después de haber tenido contacto visual con la víctima, lanzaba la frase y empezaba el ritual. Se acomodaba la gorra, iba al maletín y removía las herramientas como los dentistas antes de la tortura.

Todo estaba ahí ordenado pero le gustaba el tintineo—chilín chilín—sonaba.

Se puso la mascarilla, calibró la dosis, comprobó el objetivo y empezó la primera descarga.

--Sólo espero que no seas Gregorio—le dijo y empezó a rociar el veneno sobre su cuerpo y los alrededores.

El insectoide patinó por querer huir más rápido de lo que sus flacas patas le permitían.

-Si soy Gregorio- le gritó.

Jaja -- Todos dicen eso—

Maldito franz ...tu fama es tu enemiga: ahora hasta las cucarachas te leen.

Comentarios

diegoncia ha dicho que…
be careful with the narrators, hay que matar a los narradores plaga

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