Quito Norte
El día en la Agencia está por comenzar. Los empleados del primer turno de la mañana ya están trabajando. A veces, parece que las personas acuden a las cárceles por su propia voluntad. La comida al medio día y los cortos paseos para sentir el sol, son las únicas libertades cotidianas que tienen los empleados del lugar. Ese día, Fernando, había llegado más temprano que de costumbre. “hoy_es_mi_dia” ingresó la clave de acceso a su laptop. Buscó sus audífonos y antes de encontrarlos, entró una llamada a su celular. El capitán Molina exigía los videos de toda la Agencia, lo más pronto posible. Ya he solicitado todos los videos. Le respondió Fernando. Mire -lo único que yo sé es que no tengo los videos- y que los viernes a la gente no le gusta trabajar-. Cuando Fernando terminó la llamada con una promesa, colgó y marcó rápidamente el número de su jefe de seguridad. Trató de humillarlo, incomodarlo hacerlo sentir culpable e incluso lo acusó de que su lentitud le hacía cómpli