fuck you, you fucking fuck.

Ella le dibujó las efes en el messenger al terminar la oración e inexplicablemente él lo sintió como una provocación. La intuición de un dialecto extraño y deforme, mezclado entre noches de tragos y amores olvidadizos e inolvidables, lo cautivó.

La efe al final, entraba en cualquier frase y era dudoso el sentido que le daba a lo que se decía y lo que se ocultaba.

Se preguntó cómo sería vivirlo en vivo, y quiso poder oler a esa mujer que mostraba un acento tan desenfadado con efes atravesadas sin la menor lógica. Definitivamente fue una provocación y así lo entendió su miembro, que vigorosamente se despertaba y que parecía tener fantasías filológica-sexuales y se enderezaba seguro de que esta vez tendría un mejor destino entre la pantalla y el internet.

Le escribió, le respondió, --y entonces cuando nos vemos f.-- y le añadió una efe hecho el loco. (Puso un emoticón mostrando cejas provocadoras).

La tipa respondió rápidamente con una oración ininteligible a la que le faltaban muchísimas vocales. (y al final le puso un ícono de muñeco sacando la lengua)

Cuando él leyó por segunda vez a toda velocidad, cada una de las vocales que faltaban le fueron dictadas por intuición pura. Al parecer la muchacha aceptaba la proposición de verse, y tal vez tocarse, pero de seguro olerse.

Escribió unos puntos suspensivos para ganar algo de tiempo.

Entonces recibió un código indescriptible que había prescindido de palabras, frases y oraciones; pero que si se había quedado con todos los signos de puntuación.

Cuando estaba pensando en volver a escribir unos vergonzosos puntos suspensivos, ella se le adelantó con un ícono que mostraba cocteles.

Puf..! dio un suspiro que nubló la pantalla del ordenador.

Él estaba a punto de arremeter con un batallón de emoticones de alegría, entusiasmo, embriaguez y sexo en público pero se detuvo. Había descifrado el código: si se miraba en un ángulo imposible, todos los signos mostraban una serie de caras alegres, osos cariñosos bajo la luna y una efe dibujada repitiéndose tres veces.

Estaba contento y absolutamente erecto hasta los pelos. Quería decirle que no le había costado ni un microsegundo su simple código de signos de puntuación, pero quiso decirlo con un poco más de tiempo para que sea lapidario.

Entonces escribió tres puntos: uno tras de otro.

Esta vez no recibió tres efes amistosas, más bien le fueron disparados a quemarropa tres signos de pregunta que cerraban un interrogatorio nunca comenzado, pero que amenazaba tortura.

El sintió el pinchazo en el estómago cuando se anticipa lo fatal. Quiso recurrir a su super ícono salvador. Pero fue demasiado tarde.

Recibió como un látigo en la cara un contundente “púdrete” con sus respectivas efes al final.

Tres efes.

Comentarios

ludobit ha dicho que…
super original y actual, facil es identificarse con los protagonistas y la situacion. muy bueno. saludos.
p.d: te invito a visitar mi blog
Tammystyle ha dicho que…
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