sexo en el bus


Ella tenía algo con él. Se untaba crema en las manos, hoy no estaba de turno. Hoy podía tener las manos suaves.  Se peinaba, pacientemente.  Estaba enojada con él, la última vez la volvió a plantar.  Su coca cola sin azúcar combinaba con sus carnes abundantes.

Él la miraba de reojo, tratando de romper el tránsito y el hielo de la situación con maniobras audaces.  Parecía un jinete haciendo corcovear su caballo para llamar la atención. Los carros pequeños le pitaban y su ayudante, el belicoso Micky, sonreía y estaba listo para escupir o lanzar monedas encima de los pequeños conductores.

Ella le había hecho el favor de no sacar el celular de sus tetas. Le prestaba atención, pero indiferente y calculada.

Él logró sacarle una sonrisa cuando amagó atropellar a un policía.

Ella recordó sus manos secas y callosas recorriendo sus gorduras y sus ganas.  Se volvió a enojar al verse a ella mismo agarrando sus bolas y dejándose ir.

A él se le puso dura cuando la vio soltarse el cabello y pasarse el peine.  Le dio una nalgada y el curioso Mickey no pudo contener la carcajada.

Ella supo que él también quería.  Se le pasaron las iras y le volvieron las ganas. Los 3 querían follar.

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